Christopher Nolan, director de Origen, tiene fama de antipático, pero en la intimidad se muestra cordial. Además, y como buen inglés, bebe té durante la entrevista e invita al periodista a compartirlo.
¿De dónde surge la idea para hacer esta película?
Desde que era un niño me obsesionaban los sueños. Pero fue hace diez años cuando empecé a darle vueltas al guión: quería una historia profunda, que conjugara emoción y tecnología, que se adentrase en la naturaleza humana a través del subconsciente.
¿Qué le influyó más al escribir el guión?
Mi propia experiencia soñando, a la que, por supuesto, le añadí una serie de códigos y reglas fijas que le dieran solidez al argumento. Además, y es obvio, una estética similar a la de 'Matrix'.
¿Hablar sobre sueños le da más libertad como creador?
No te creas: me requirió mucho esfuerzo conseguir que todas esas posibilidades, esa naturaleza irreal, fueran creíbles para el público, que no se sintiese excluido.
Ese público del que habla tendrá, frente a la película, que mantenerse muy concentrado. ¿No es difícil en estos tiempos?
A estas alturas, cualquier película original es un desafío para la audiencia. Pero creo que ese espectador concentrado será el que más disfrute con 'Origen': por encima de todo, el objetivo de mi película es gustar a mucha gente.
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